4/04/2007

 

Territorios madre

El Zagloso entra en una mercería

El monotrema entró en la mercería de su calle el otro día. Tenía que comprar una tira adhesiva de velcro de estas que son tan útiles para fijar cosas y viene muy bien para cortinas o similares. Nada más atravesar la puerta el Zagloso se dio cuenta de que estaba en un territorio madre. Es decir, un lugar donde se mueven con habilidad esos seres a los que llamamos mamá.

La mercería es la típica mercería de barrio. La llevan dos chicas, una atiende a las clientes y la otra está en una especie de trinchera haciendo arreglos con la máquina de coser (por cierto, 15 euros por cambiarle la cremallera a un vaquero parece excesivo, pero ahora cierran muy bien). Cuando el Zagloso entró, una clienta revisaba el muestrario de sujetadores y otra le buscaba unas medias a su hija.

Como es un ser educado, el monotrema se colocó detrás de la que buscaba un sostén y esperó su turno. La dependienta sacaba sujetador tras sujetador y exponía brevemente sus cualidades: este hace buen escote, este es muy cómodo, este es más de verano... Al percatarse de la presencia de un zagloso, la madre comenzó a mirar de refilón hacia atrás; dejó de manosear con soltura las prendas y les echaba una casta ojeada. En el mostrador no dejaban de aparecer sujetadores y la mujer no dejaba de echar miradas de reojo. Al final compró un sostén negro de algodón con relleno y un dibujito de un gatín hecho con piedrecitas blancas. Un poco ñoño.

Al otro extremo de la tienda, una madre, madre, pedía un par de medias para su hija. Se notaba que era una clienta habitual: "¿Te quedan de las medias que se subo a mi hija?". Entabló un monólogo con la otra dependienta: "Es que se las pone con la falda que te traje para arreglar y sale con ellas por las noches y las trae siempre rotas. ¡Siete euros en medias! Que ya le digo yo qué hará para romperlas siempre, si es que no mira para nada. Además ahora la falda le queda pequeña, que me he puesto a arreglarla yo pero te la voy a tener que bajar. Yo creo que ha engordado la niña esta..."

Mientras pronunciaba esta perorata divulgativa de lo golfa y gorda que es su hija, lanzaba miradas al monotrema como buscando su complicidad. El Zagloso se hacía el sueco. "... pero qué hará por las noches, porque digo yo que no es normal llegar a las horas que llega con las medias rotas siempre -mirada- y si no se tira cubatas por encima y vuelve hecha unos zorros..." El Zagloso contenía las ganas de reír a duras penas. Cuando le tocó su turno, compró la cinta rápido y se preguntó si las madres siguen siendo humanas o son otra cosa.

Comments:
Lo curioso del tema es que entrar en una mercería es como hacer un viaje en el tiempo. Parece como si uno retrocediera 50 años al pasado. Además uno sabe cuando entra en una mercería, pero no cuando va a salir: las dependientas atienden a tod@s l@s clientes al mismo tiempo. Y siempre hay un viejecito sentado en una silla en un rincón.
Si no es indiscreción, ¿el velcro pa qué era, zagloso?
 
Para cerrarse la boca, porque se le había quedado entreabierta por entrometerse en territorio madre.
 
Pues no, Perlita. La parte suave del velcro se fija bien con las púas de los monotremas. Así, las tiras esas de velcro son muy útiles par colgarse de sitios y hacer un poco el monotrema.
 
Yo descubrí en una mercería que el botella era un color y no el cuñado de Aznar y que pedir "gris burro" no era faltarle al dependiente.
 
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