4/27/2008

 

Narrativa vomitiva IV

En anteriores entregas de Narrativa Vomitiva: Auster, Marias y Houellebecq.

El Zagloso se puso a leer Las Benévolas, de Jonathan Littell. En principio parecía una buena idea, además, una entrevista al autor en El País, hacía presagiar algo bueno. Nunca había visto a un escritor humillar públicamente así a un periodista, ni a un periodista publicarlo, claro está.

Una vez leído el mamotreto, el Zagloso decreta: menuda bazofia. Se supone que se trata una gran novela, sobre la Segunda Guerra Mundial, con un oficial de las SS. El tema termina siendo una truculeta trama que se hace cada vez más alambicada con la única pretención de que el autor demuestre lo bien que se ha documentado. Y eso es verdad, Littell se ha empollado la Segunda Guerra Mundial de un extremo a otro. Como a Littell le debía parecer poca peripecia la de un oficial de las SS, convierte al susodicho en un psicópata que se ha convertido en gay por un pasado incestuoso. Si alguien es capaz de argumentar qué aporta en este caso que el protagonista se follara a su hermana gemela y que sea gay, que lo diga.

Como le ha quedado un personaje muy complejo, podría esperarse una trama un poco sólida. Al final todo se reduce a pasear al protagonista por distintos escenarios del frente este, de la Operación Barbarroja al sitio de Stalingrado y de ahí, pues un paseo por campos de concentración diversos. Todo para explicar punto por punto cada episodio y aliñarlo con un conocimiento cansino de la filosofía nazi y de la cúpula del nacionalsocialismo. Para todo eso el hombre emplea alrededor de 900 páginas. Si se tiene en cuenta lo que ha vendido el susodicho en todo el mundo, la mayor contribución de Las Benóvolas es un agujero enorme en un bosque de Canadá. Es cierto que al libro este además le han dado unos cuantos premios en Francia, pero coño, que es un yanki que escribe en francés, tampoco se puede tomar eso muy en serio.

Para quitarse el mal sabor de boca, el Zagloso se leyó después Sin Destino, de Imre Kertész, que sí es una gran novela.

4/10/2008

 

Leyenda

Se cuenta en la Isla, que en el aparcamiento del Carrefour hay un carrito suelto. ¡Sin moneda!

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4/09/2008

 

Una señal

Un heraldo convence al Zagloso para volver


El monotrema vive ahora en otra isla. Como estaba contento y feliz, había descuidado algunas de sus antiguas ocupaciones cotidianas. La otra noche tuvo una señal. En sueños se le apareció un león de piedra. Era grande y gris. En un momento, el león giró la cabeza y lanzó una larga llamarada por la oreja. El Zagloso se despierta aterrado y decide volver.

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9/04/2007

 

Tripleeeeeeeee

El Zagloso rememora su gran canasta

Siempre le ha gustado mucho el baloncesto, desde chiquitín. Se ha visto todos los campeonatos del mundo y de Europa. Incluso en su tierna infancia el Zagloso fue un depredador de la zona. Hay que explicar que creció antes que el resto de su clase y que se trataba de un equipo muy bajito.

Con diez u once años el monotrema era una especie de Charles Barkley (ver vídeo). Suplía la falta de centímetros con mala leche. El baloncesto escolar podía ser un infierno para cualquiera que se cruzara en su camino. Aún recuerda cómo una especie de mastodonte que le sacaba veinte centímetros y treinta kilos volvió a casa llorando por un codazo que el árbitro jamás vió. Perdieron el partido, pero nadie les cogió un rebote de más.

La mejor canasta del monotrema fue una mañana lluviosa de marzo, en el colegio de San Ornitorrinco, que eran los mejores de la ciudad. La entrenadora dió instrucciones antes de comenzar: "Son más altos y mejores que nosotros, así que nos van a ganar. Os lo digo para que no os llevéis un disgusto luego. Zagloso, tú sales en el segundo cuarto ".

"Mierda", pensó. En aquel equipo sabían botar cinco. Salir en el segundo cuarto implicaba estar rodeado de cuatro botarates que solo jugaban porque sus madres eran unas marus de cuidado e iban a todos los partidos. Empezó aquello como se preveía: desastre absoluto. Tras los diez primeros minutos ya perdían de doce y eso que jugaban los buenos. El Zagloso salío con los cuatro paquetes. En la primera jugada se tiró una pedrada que inexplicablemente entró. Eso le entonó. Los otros fallaron dos tiros seguidos. El monotrema cogió los dos rebotes y se hizo dos contrataques de punta a punta espectaculares. Parecía Jordan, un huracán desatado.

De repente el partido estaba empatado. Iba a terminar aquel cuarto y el monotrema robó un balón al base rival bajo su canasta. Salió corriendo hacia el aro contrario, pero los del San Ornitorrinco le cortaron el paso a tres metros de la línea de medio campo. Iba a pasar por ahí pasara lo que pasara. Y claro, el árbitro pitó falta. "¿En ataque? ¡Me cago en....!" El Zagloso estaba lanzó el balón con una mano mientras vociferaba. La pelota hizo una bonita parabola y entró en la canasta. ¡Desde más de 20 metros! El árbitro pitó técnica y descalificó al monotrema.

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8/27/2007

 

Espina

El Zagloso tiene sueños raros, a veces

El monotrema notó que tenía una espina clavada en el antebrazo izquierdo. Justo entre el cúbito y el radio. Era muy delgada y apenas sobresalía un par de milímetros. Con tranquilidad se puso a sacársela. Estaba completamente convencido de que no era nada. La cogió entre las uñas del pulgar y el índice de la mano derecha y tiró suavemente.

La espina salía con facilidad, poco a poco, aunque dolía un poco al salir; un dolor agudo, soportable pero molesto. El Zagloso contemplaba que la espina era más larga de lo que había imaginado. Primero asomó un centímetro de algo blanco y fino, luego otro, otro y otro hasta completar un decímetro. Al llegar a ese punto, el dolor se hizo mayor y comenzó a ser imposible extraerla un centímetro más. El monotrema tiró con fuerza pero con cuidado. Dolía. Una especie de bulto asomaba en la epidermis. La espina acababa en un objeto irregular, duro y puntiagudo. Intentó arrancárselo, pero no salía y el dolor iba en aumento. Tiró otra vez. Otro pinchazo. Lo raro era que no saliera sangre en ese momento. Asustado, el Zagloso dejó de tirar. Apartó el brazo y cerró con fuerza el puño a causa del dolor. La espina, suavemente se introdujo de nuevo sin ningún dolor y la herida se cerró de forma inmediata. Entonces, el Zagloso despertó.

8/21/2007

 

Burgueses

El Zagloso vive en el barrio alto

El monotrema lleva ya tres semanas en su nueva isla. Como es un ser calmo y tranquilo se dedica a aclimatarse con parsimonia y conocer el entorno. Está convencido de que solo por lo cotidiano se conoce el mundo y se dedica a cosas cotidianas como hacer la compra.

El supermercado al que el Zagloso acude por las mañanas en apariencia es un supermercado normal. Abundan las señoras con el pelo teñido y cardado y opcional pendiente de perla. El otro día el monotrema estaba en la cola. Justo antes que él había una mujer de unos sesenta años y un peinado ahuecadísimo y teñidísimo. No llevaba demasiada compra, eso sí, para pagar sacó un papel raro, de color morado. "¡Ostia, si existen los de 500!". La cajera lo cogió con tranquilidad y llamó a otro empleado: "oye, cambiame esto. Señora, espere un momento, que le aparco el ticket y le busco cambio". El monotrema no salía de su asombro. Pasó y pagó lo suyo. Cuando subió a casa comprobó el ticket. Le habían cobrado a mayores lo de la mujer del billete morado.

Bajó, habló con la cajera, que muy comprensiva le devolvió lo suyo y se fue a por el pan. En la panadería descubrió a otra mujer pagando el pan: "Oye, la vuelta me la puedes dar en billetes de cien..."

Definitivamente el monotrema se codea con la alta burguesía.

7/25/2007

 

El largo adiós

El Zagloso prepara cajas

En cuatro días el monotrema deja Papúa. Aunque lo difícil de verdad es desplumarse de las rutinas, el mayor preparativo es meter cosas en cajas. Cualquier objeto es susceptible de terminar en un paralelepípedo de cartón y por algún lado hay que decir basta.

El Zagloso solo es una criatura ordenada para dos cosas: libros y cedés. Cada libro tiene su estante y sus vecinos y lo mismo pasa con los compactos: Dylan jamás se mezclará con Los Delincuentes ni con Coltrane. Con los discos no ha habido problema para el monotrema: todos en cajas. El problema ha llegado ante la imposiblidad de llevarse toda su biblioteca. Durante semanas ha contemplado sus estanterías y cavilado criterios de selección. Después cogió las cajas y en poco más de una hora todo el orden creado en cinco años se fue al garete. Aunque ya digo que lo difícil de verdad es desplumarse de las rutinas. No vendría mal una frase de El Largo Adiós, pero es que lo tengo en una caja. Eso sí, bien cerca de todas las novelas de Hammett, no vaya a ser.

7/20/2007

 

Indignadísimo

Artículo 490.3 del Código Penal

El que calumniare o injuriare al Rey o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes, a la Reina consorte o al consorte de la Reina, al Regente o a algún miembro de la Regencia, o al Príncipe heredero de la Corona, en el ejercicio de sus funciones o con motivo u ocasión de éstas, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran graves, y con la de multa de seis a doce meses si no lo son.

Se puede llamar de todo a cualquiera de cualquier modo al amparo del Artículo 20 de la Constitución y del artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos. Cada día se publican burradas sin límite. Valen todas, porque todos somos iguales salvo los que se apellidan Borbón. El monotrema está indignadísimo. Cuando se ha enterado del secuestro del Jueves se ha ido corriendo al kiosko a por la revista. La ha comprado en el Corte Inglés. Lo ridículo, además de la medida en sí, es que alguien tenga privilegios por nacer hijo de determinado padre. Eso nos convierte en súbditos, no en ciudadanos.

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7/19/2007

 

Impresionante cadenita

El Zagloso tiene amigas pesadas que le mandan power points

Hay gente plasta con las presentaciones bienintencionadas. No se sabe muy bien por qué creen que a sus amistades les hará ilusión recibir un e mail en el que se detalla lo bonita que es la vida mientras aparecen fotos de parajes bonitos y suenan músicas bonitas. Cada vez que el Zagloso recibe un correo de esos se plantea seriamente bloquear al remitente y nunca jamás cruzar de nuevo una palabra con él. El monotrema ha constatado que la mayor parte de esos mensajes provienen de mujeres y por si las moscas, contiene sus impulsos asociales.

Esta tarde le ha llegado uno. De esos que dicen lo bonito e importante que es tener amigos y que el cielo es azul. Era de estos mensajes con predicción: a las 7:40 pm te llamará alguien que te contará algo que llevas tiempo esperando escuchar. El Zagloso no le ha hecho mucho caso. Sin embargo, a las 19:40 horas le ha llamado su hermano. Tembloroso, el monotrema cogió el móvil:

- Hola
- Oye, ¿te fijaste que dejé en marcha la lavadora?
- .... (hala, ya tengo para el post de hoy)

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7/17/2007

 

Coltrane

Decía John Coltrane que él para apreciar de verdad una canción la escuchaba una vez y luego, volvía a escuchar uno por uno todos los instrumentos. Se fijaba en el saxo, luego en el bajo, la batería, el piano... Hoy se cumplen 40 años de su muerte a los 41 años. No es un mal día para hacerle caso. Aquí abajo dejo Naima, una versión de 1965 con el cuarteto clásico: Coltrane, Mcoy Tyner al piano, Jim Garrison al bajo y el impresionante Elvin Jones en la batería. Uno a uno y en conjunto son increíbles.

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