1/14/2007

 

El Corsario Menguante

El Zagloso concluye que los recuerdos encogen al lavarlos

Estaba el Zagloso pasando un apacible fin de semana retirado del mundanal ruido. Pasaba horas junto al fuego leyendo con vicio. En una vieja estantería descubrió un ejemplar de El Corsario Negro, de Emilio Salgari. Apenas salido de cascarón fue un libro que leyó compulsivamente. Era terminarlo, leer los Tres Mosqueteros y volver a leerlo, y así sucesivamente durante sus nueve o quizá diez años (que no durante nueve o diez años).

El monotrema leía con especial alborozo el vibrante duelo de Emilio de Ventigimilia, señor de Roccabruna y Valpenta, (el Corsario) con el Duque de Lerma. Dos caballeros entrechocando acero con lealtad y admiración mutua. Un momentazo que leía con prisa y emoción, emulando en su cabeza cada estocada y cada parada.

Ayer el Zagloso llegó hasta esa parte y descubrió que el Corsario se ventila al duque en un momentín, apenas en dos párrafos. Todo el gozo en un pozo. Es lo mismo que cuando se vuelve a ver un lugar visto hace años; siempre parece más pequeño. Y es que los recuerdos encogen con los lavados; por eso es mejor dejarlos sucios.

Comments:
son los recuerdos los que menguan o nosotros los que crecemos? ;D

lo bueno que tiene eso es que puedes volver a los recuerdos malos y reirte de ellos, de canijos que se quedan al lado de tu yo crecido. :D

(por cierto, he aquí mi nuevo look! :)
 
Jo, es que los recuerdos se magnifican. Pero son tan bonitos...
 
Lo mismo me pasó a mí con el Superhéroe americano y El Coche fantástico.
 
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