10/19/2006

 

Los dos del final

El Zagloso aprendió que se llega donde se llega y el resto...

Como sus progenitores trabajaban, desde pequeñito el Zagloso tuvo que ir al colegio solo. Iba y volvía andando con total soltura, aunque al principio fue duro.

La familia monotrema vivía en un octavo, así que había que coger el ascensor siempre para llegar a la madriguera. Con seis años, el Zagloso era tan alto como se supone que hay que serlo en ese momento, lo cual no era mucho, lo cual causaba un grave problema a la hora de subir los ocho pisos. Los botones del ascensor estaban muy altos y el niño monotrema no llegaba hasta el octavo. Recuerdo que estaban alineados de dos en dos: el primero y el segundo en la primera fila; el segundo y el tercero en la segunda y así, sucesivamente. Por mucho que se estirara, saltara y se pusiera de puntilas, el Zagloso sólo llegaba a la penúltima fila, es decir: hasta el sexto. Así pues, todos los días, los dos últimos pisos los tenía que subir por las escaleras.

Esos dos pisos eran un tremendo esfuerzo para el pequeño Zagloso ya que, además de subirlos con un agujero en el estómago, realizaba la ascensión en un constante refunfuño por su escasa estatura, el listo que puso los botones a dos metros de altura y la maldad de sus padres por no haber comprado el sexto. Pero gracias a eso aprendió una valiosa lección: uno llega hasta donde llega, pero como siempre hay algún motivo para llegar un poco más allá pase lo que pase, ¿qué menos que apretar los dientes y ciscarse en el universo en pleno?

Comments:
Sr. Zagloso, las carencias físicas se suplen siempre con actividades de desarrollo intelectual

Así es usté de salaó y de listo! gracias a la elección del 8º, invite a algo a los monotremapadres...
 
... y abundando en el comentario anterior, otro lado positivo se podrá ver (supongo) en la robustez de esas piernas monotrémicas ahora bregadas en la bicicleta y antes entrenadas en la escalera.
 
Neblina, si las carencias físicas se suplieran siempre con desarrollo intelectual yo ahora estaría en la NBA. Para todo hay un límite.

Platija, usted que alaba mis piernas y Neblina que me llama salado... me voy a ruborizar.
 
Venga Zagloso... hay que saber aceptar los cumplidos.

Y lo de tirar p'alante pase lo que pase... es una virtud molesta cuando te encuentras en el trance mismo del sobreesfuerzo (y con seis años y una barriga sindicalista se sufre mucho); pero luego produce una íntima satisfacción y descanso. Si no, te sentirías mal.
 
Gato, no se engañe, si es todo falsa modestia.

Cierto que el sobreesfuerzo hay que hacerlo, lo único que protestar, rezongar e injuriar ayuda a realizarlo. Al menos a mí.
 
Picar el piso con el pico hubiera sido lo propio.
 
Anómalo, eso dolería y el Zagloso lo que quiere es desahogo, no hacer chantaje emocional (sé de una que se daba calamonazos contra el suelo y se hacía chichones. Conste que no era yo).

Zagloso, creo que no voy a seguir sus métodos; cuando un gato injuria es porque se le ha ido la pinza... y no deja títere con cabeza.
 
Gato, pruebe a empezar rezongando o, como dice mi abuela, rebuldiando.
 
Remugando se dice en mi tierra... Es que mi padre se mosqueaba mogollón y me quitó la costumbre a base de miradas asesinas con las aletas de la nariz levantadas...
 
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