10/04/2006

 

Don de la lluvia

No es bueno retar a Murphy con un objeto de hierro y tela

Aunque el Zagloso es un ser cartesiano y positivista, cree que hay objetos que convocan espíritus. El más claro es el paraguas. Quien tiene uno tiene una defensa contra la lluvia y un auténtico estorbo cuando escampa. Cuando te saca de paseo un paraguas tienes el deber de cuidarlo, posarlo en un sitio con más paraguas y acordarte de cogerlo. Esto último le falla al Zagloso. Como en los últimos meses había perdido tanto el suyo como el de su hermano y se aproximaba la temporada de lluvias, tuvo que ir a comprarse dos.

Como le pillaba de camino, antes de adquirir el utensilio anti lluvia, el Zagloso fue a hacer un par de gestiones. Error: llovió y el monotrema se mojó. Una vez en la tienda y escogidos sendos paraguas, con el asesoramiento de un sabio paragüero, que le aconsejó "el aluminio siempre es aluminio", dejo de llover.

Al día siguiente amaneció soleado. El Zagloso, de forma consecuente, dejó su recién adquirido paraguas plegable con mango de madera en casa. A media mañana comenzó a diluviar y el monotrema se mojó. Hoy amaneció con lluvia: el Zagloso cogió el paraguas; cuando no habían transcurrido ni tres minutos salió el sol. ¿Casualidad? No, paraguas nuevo.

Mientras se moja, el Zagloso siempre recuerda un poema de Claudio Rodríguez, que le encanta y descubre nuevas verdades cada vez que lo lee y el monotrema asegura que es muy a menudo:

NO porque llueva seré digno. ¿Y cuándo
lo seré, en qué momento? ¿Entre la pausa
que va de gota a gota? Si llegases
de súbito y al par de la mañana,
al par de este creciente mes, sabiendo,
como la lluvia sabe de mi infancia,
que una cosa es llegar y otra llegarme
desde la vez aquella para nada...
Si llegases de pronto, ¿qué diría?
Huele a silencio cada ser y rápida
la visión cae desde altas cimas siempre.
Como el mantillo de los campos, basta,
basta a mi corazón ligera siembra
para darse hasta el límite. Igual basta,
no sé por qué, a la nube. Qué eficacia
la del amor. Y llueve. Estoy pensando
que la lluvia no tiene sal de lágrimas.
Puede que sea ya un poco más digno.
Y es por el sol, por este viento, que alza
la vida, por el humo de los montes,
por la roca, en la noche aún más exacta,
por el lejano mar. Es por lo único
que purifica, por lo que nos salva.
Quisiera estar contigo no por verte
sino por ver lo mismo que tú, cada
cosa en la que respiras como en esta
lluvia de tanta sencillez, que lava.
De Don de la ebriedad

Comments:
Eso de los paraguas es una conspiración a nivel mundial. La última vez que me la jugaron, sucedió que de mañana diluviaba, y luego el sol arreciaba. Así que dejé el paraguas olvidado. Con el agravante de que era el paraguas de mi señora madre, porque el mio no lo había encontrado (es lo que pasa cuando lleva semanas sin llover, que no sabes donde lo dejaste por última vez). Menudo cabreo se pilló :-(
 
Este año, para evitar el maleficio del "paraguas inútil", me voy a comprar un chubasquero de esos que se hacen minúsculos y lo voy a llevar siempre en el bolso, cuando no quiera que llueva ni de coña, llevaré un paraguas a la vista... A ver quien rie el último si Murphy o yo!!
 
Anna Blume, cierto. Ante una conspiración mundial debería intervenir la ONU. Si la Humanidad derrotó a los relojes de cuerda ¡podemos con los paraguas!

Neblina, alabo su iniciativa, pero me temo que a la larga sucederá lo mismo con el chubasquero, con el riesgo añadido que se haga minúsculo con usted dentro.
 
¡Eh! ¡Que yo llevo reloj de cuerda!
 
Perdón Anómalo y repito: Anómalo.
 
Zagloso, lo de la lluvia sin paraguas igual se descubre: pero el cenizo que cada cual tiene para resultarse inconveniente a sí mismo... eso tiene mal arreglo, corazón.
 
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