6/14/2006
Narrativa vomitiva (I)
Ya que estamos en pleno Mundial, el Zagloso se pone sabiondo
Cuando era un zagloso estudiante, este monotrema perpetó en colaboración de este otro un libelo intitulado Caspa que Rima:
El Zagloso ha decidido de forma unilateral llevar esa caza de vómitos a la prosa. Los criterios son similaes y escrupulosamente puntuales. El primero en tener el honor de formar parte de esta galería es el hijo del filósofo: Javier Marías. Un tipo al que le dijeron que escribía muy bien, se lo dijeron en el New York Times y se lo creyó. Por eso está obsesionado con escribir mucho, más que nadie (excepto César Vidal).
Es una simple cuestión de equilibrio. Un genio de los diez mil metros lisos, como Bekele, puede correr la última vuelta en menos de cincuenta segundas, pero sólo si en las anteriores ha ido más despacio. Los equilibrios y los ritmos tienen unas reglas que hay que cumplir casi siempre. En lo literario pasa algo similar. El desmedido Javier Marías, genio para algunos, se convierte en un pomposo con momentos para el Zagloso.
El hijo del filósofo (Julián) juega mucho con los equilibrios y los ritmos de las novelas. Todavía no me he atrevido a empezar la temible trilogía Tu rostro mañana. Esperaré a que lo editen todo en un único libro que tendrá aproximadamente mil quinientas páginas, lo que nos aproxima a la idea de mesura de este engolado ser.
El gusto por lo excesivo se traduce en que a sus novelas les sobran páginas. Eso sí, suelen tener unos títulos fenomenales, fundamentalmente cogidos de Shakespeare. No es plagio es intertextualización porque siempre tiene una explicación literaria. Claro, que como se supone que es un genio desde que el New York Times le comparó con Proust en una crítica, queda mal decirlo. Bien, en dicha crítica (6 de mayo de 2001), donde también se le compara con Borges, sólo dicen que es bueno. No que sea Dios y lo de Proust va más por afinidades en el punto de vista narrativo y con el tema de la novela que por otro lado, pero le publica Alfaguara y eso también legitima.
Concretemos lo de las páginas. Hasta ahora, además de Corazón tan blanco, que sí que es una muy buena novela, otra de sus obras más aplaudidas es Mañana en la batalla piensa en mí. Las sesenta primeras páginas son la hostia. No sobra una palabra, tienen un ritmo perfecto, están llenas de humor y tragedia a la vez, desasosiegan, rompen, amparan. El problema es que la novela tiene cuatrocientas. Las trescientas sesenta restantes son paja petulante. Ni aportan ni dicen nada. Sobran y lo malo es que el cabreo por el timo que suponen y el inútil genocidio arbóreo bastan para empañar el resto.
Claro está que esos excesos sirven para cubrir desarrollos metaliterarios y otros fuegos artificiales. Queda bien demostrar lo bien que se escribe. Es decir, que a Marías le gusta lo que hace y se gusta, se gusta, se gusta… Eso en lo literario, porque Marías tiene a bien publicar artículos regularmente y mantiene cierta presencia pública y de eso, mejor no hablar. Eso sí, si alguno quiere más de tan cargante literato, síganle hasta aquí.
*Sigue sonando tremendo lo del pantarrheico dolor del ir viviendo. Lo malo es que algunas mañanas aún es real.
Cuando era un zagloso estudiante, este monotrema perpetó en colaboración de este otro un libelo intitulado Caspa que Rima:
Aprovechando la proximidad de esa entrañable época del año en la que las cachondas pasean con poca ropa, mientras nos amojamamos en nuestros cuartos estudiando, haciendo gala de nuestro proverbial oportunismo, hemos reunido una selección básica de textos que destacan precisamente por hacernos la existencia más difícil e incitarnos al pantarrheico dolor del ir viviendo*.
Somos conscientes de que habrá quien no esté de acuerdo con esta anti-antología. Hemos de aclarar que la selección responde a un criterio absolutamente personal (sustentado en ciertas reglas matemáticas inmutables y en nuestra afamada infalibilidad), aunque no dudamos de que todos los poemas recogidos son un auténtico vómito poético que regurgita en la zona oscura del fondo del cajón.
El Zagloso ha decidido de forma unilateral llevar esa caza de vómitos a la prosa. Los criterios son similaes y escrupulosamente puntuales. El primero en tener el honor de formar parte de esta galería es el hijo del filósofo: Javier Marías. Un tipo al que le dijeron que escribía muy bien, se lo dijeron en el New York Times y se lo creyó. Por eso está obsesionado con escribir mucho, más que nadie (excepto César Vidal).
Es una simple cuestión de equilibrio. Un genio de los diez mil metros lisos, como Bekele, puede correr la última vuelta en menos de cincuenta segundas, pero sólo si en las anteriores ha ido más despacio. Los equilibrios y los ritmos tienen unas reglas que hay que cumplir casi siempre. En lo literario pasa algo similar. El desmedido Javier Marías, genio para algunos, se convierte en un pomposo con momentos para el Zagloso.
El hijo del filósofo (Julián) juega mucho con los equilibrios y los ritmos de las novelas. Todavía no me he atrevido a empezar la temible trilogía Tu rostro mañana. Esperaré a que lo editen todo en un único libro que tendrá aproximadamente mil quinientas páginas, lo que nos aproxima a la idea de mesura de este engolado ser.
El gusto por lo excesivo se traduce en que a sus novelas les sobran páginas. Eso sí, suelen tener unos títulos fenomenales, fundamentalmente cogidos de Shakespeare. No es plagio es intertextualización porque siempre tiene una explicación literaria. Claro, que como se supone que es un genio desde que el New York Times le comparó con Proust en una crítica, queda mal decirlo. Bien, en dicha crítica (6 de mayo de 2001), donde también se le compara con Borges, sólo dicen que es bueno. No que sea Dios y lo de Proust va más por afinidades en el punto de vista narrativo y con el tema de la novela que por otro lado, pero le publica Alfaguara y eso también legitima.
Concretemos lo de las páginas. Hasta ahora, además de Corazón tan blanco, que sí que es una muy buena novela, otra de sus obras más aplaudidas es Mañana en la batalla piensa en mí. Las sesenta primeras páginas son la hostia. No sobra una palabra, tienen un ritmo perfecto, están llenas de humor y tragedia a la vez, desasosiegan, rompen, amparan. El problema es que la novela tiene cuatrocientas. Las trescientas sesenta restantes son paja petulante. Ni aportan ni dicen nada. Sobran y lo malo es que el cabreo por el timo que suponen y el inútil genocidio arbóreo bastan para empañar el resto.
Claro está que esos excesos sirven para cubrir desarrollos metaliterarios y otros fuegos artificiales. Queda bien demostrar lo bien que se escribe. Es decir, que a Marías le gusta lo que hace y se gusta, se gusta, se gusta… Eso en lo literario, porque Marías tiene a bien publicar artículos regularmente y mantiene cierta presencia pública y de eso, mejor no hablar. Eso sí, si alguno quiere más de tan cargante literato, síganle hasta aquí.
*Sigue sonando tremendo lo del pantarrheico dolor del ir viviendo. Lo malo es que algunas mañanas aún es real.
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Hace un par de años publicaron en el EPS(TUVWXYZ) un reportaje con los escritores en su despacho. Otra escritora me hizo notar que en el del Hijo del Filósofo sólo podían verse textos suyos, fotografías suyas, caricaturas suyas, a él...
¿Marías tendrá un miembro viril tan grande como su ego? No le he leido, tampoco me apetece mucho. Pero me ha llamado mucho la atención eso que has dicho de que Marías se gusta mucho... No puedo compararme con él, ni mucho menos, pero cuando escribo, soy la lectora más exigente del mundo y no me gusto, Ni de coña. Sólo tres meses después veo en los textos algo que me pudiera llamar la atención, alguna frase acertada, una imagen conseguida... Será que tengo un nivel de exigencia excesivamente alto.
He de reconocer que no he leido ninguno de los libros de este Marías, pero sí casi todos los artículos que publica en el País semanal y el caso es que me gusta. Efectivamente le noto un pelín encantado de haberse conocido, pero eso es algo que se puede ver en el 98% de los escritores españoles actuales. Por otro lado, se trata de uno de los tres Marías; su padre el filósofo, quizá es el más conocido, pero también tiene a un hermano juntando letras, feo y fumador de pipa, que no contento con ser crítico de cine, también escribe guiones(todo por la pasta). En fin, una saga.
"todo por la pasta" es el título de una de sus películas, no quería decir que se hiciera guionista con el objetivo de forrarse. Aunque también, claro.
Recuerdo la caspa poética como un hito en el desencadenamiento de miserias que mi vida ha seguido desde entonces. Aunque tenga en cuenta, zagloso, que el ínclito Riechmann quiso hacerse con una copia de aquellos textos arrebatadores pero ya quemados en la lúgubre fogata de aquel cortocircuito. Mis respetos.
Perlita, a mí me pasa algo similar a lo que dices, hasta con la lista de la compra. Cinco minutos después de que sea irremediable descubro como cuadrar cualquier texto. Es desquiciante, sobre todo cuando olvidas comprar pasta de dientes :-)
Es posible, Agúndez, que no tuviéramos en cuenta los poderes telúricos de Carmen Jodra y sus moras agraces.
Es posible, Agúndez, que no tuviéramos en cuenta los poderes telúricos de Carmen Jodra y sus moras agraces.
"Guionista" y "forrarse" son dos conceptos que no casan.
No es que Marías se guste: es que hay que ser muy sabio para percibir su grandeza. Como él.
No es que Marías se guste: es que hay que ser muy sabio para percibir su grandeza. Como él.
anómalo, estoy de acuerdo con que guionista no va unido a forrarse. Yo me refería a las legítimas ganas. En cuanto a la sabiduria de Marías, que no discuto, como a la sabiduria de cualquier otro, he de añadir, que nunca es bueno tomarse demasiado en serio a uno mismo y que los sabios más sabios suelen levantar una ceja cuando miran hacia dentro.
¿Pero hay alguna profesión de letras que permita forrarse? Yo he dejado atrás mis principios y me estoy planteanndo escribir el Código Da Vinci 2 o algo así en versión española: ¿El Código Velazquez? ¿Asesinato en El Prado? ¿Luchando contra los kikos?
Apuesto por "El enigma Carreter": un joven filólogo descubre lo que todos suponíamos. Lázaro Carreter no dejó de escribir libros de EGB para hacer el guión de La ciudad no es para mí por casualidad. Los diálogos de Paco Martínez Soria ocultan un terrible secreto...
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