El Zagloso Mediterráneo

Arlttt

Antes de empezar hay que avisar a los lectores y lectoras que su colaboración es imprescindible para una comprensión cabal de lo que sigue. Se les pide que cada vez que lean Artl efectúen un leve movimiento de palanca con sus rodillas y eleven el culo dos o tres centímetros de la silla. Lectoras y lectores, hablamos del único escritor, en la historia de la literatura universal, que patentó unas medias recubiertas de caucho para evitar carreras. Un tipo que pensaba hacerse rico con unas medias recauchutadas ya merece que le dediquen ustedes ese mínimo esfuerzo. Así que no sean vagos y aprovechen cómo suena Artl para levantar el culo. ¿Quieren otro motivo? Se dice que era tan alto que cuando murió tuvieron que sacar el ataud por la ventana. El cajón lo habían hecho en la misma habitación en la que estaba el cuerpo y no cabía por las escaleras.

Hablamos de Roberto Artl (háganlo), nacido en Buenos Aires en 1900, es decir, un año después que Borges. Pues bien, todo lo escrito sobre Borges no tiene nada que ver con Arlt, más bien al contrario. No es un autor culto, cuidado, que busque grandes reflexiones metafísicas, ni pulido, ni ordenado. Crea a chorro, por pura fuerza. ¿Borges?, según Artl: “Entendería como escritores desorientados a aquellos que tienen una herramienta para trabajar, pero a quienes les falta material sobre el que desarrollar sus habilidades. Éstos son Bernárdez, Borges, Mariani, Córdova Iturburu, Raúl González Tuñón, Pondal Ríos.” “Borges ha perdido tanto el tino que ahora está escribiendo_ un sainete. ¡Imagínense de [sic] cómo saldrá eso!”

Artl se había marchado de casa a los dieciséis años y había sobrevivido pintando casas, como peón en una casa de ladrillos y escribiendo en periódicos. En 1926 publicó su primera novela: El Juguete Rabioso y en 1931 la tercera y última, Los Lanzallamas. Siguió escribiendo cuentos y obras de teatro hasta su muerte en 1942.

En todas sus obras aparece una realidad excesiva y deformada. Escribe caricaturas. Todo es tremendo, desde personajes como el Rufián Melancólico a intentos de dominar el mundo a través de una red de prostíbulos. Sus obras sacudieron un momento literario ordenado, de Borges y otros por el buen estilo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula. Decía de él mismo. De eso se trata. Por cierto, una vez le preguntaron por una de sus novelas, Los siete locos: En definitiva: en esta obra no hay ningún casamiento, ni baile, ni declaración de amor. Al sexo femenino no le puede interesar.

# posted by Zagloso @ 3:59 p. m.